martes, 2 de diciembre de 2008

De Ser Humano a Humano…

Siempre he creído, con mucha fe de por medio, que la poesía no es para ser guardada en los casilleros de aquellos momentos adecuados, nunca ha sido para ser recitada una y otra vez hasta el aburrimiento de las pasiones, no hay espacio en la memoria que pueda osar contenerla, ni puede comprarse siquiera por un cigarro o un par de cervezas, no puedes envilecerlas con el poder de los libros, ni con los gestos de honradez esporádicos con los que se enmarcan las estatuas de los centros comerciales. La poesía no es ese conjunto de palabras al que le pides permiso para construir sueños. La poesía no puede ser palabra combatiente a la espera del momento en el que tus ojos caigan entre suspiros de alegría.

La poesía es… el decimoquinto regalo más hermoso que puede entregarte tu cuerpo. La poesía es… mi silencio… cuando ahora hurto algo de tu tiempo. La poesía es… la batalla cuando abro las puertas y ventanas de mi historia donde no existe lo penoso y cuando nada es pecado. La poesía es mi pelusa personalizada en mi ojo izquierdo, es el café al otro lado de la mesa, el cigarrillo que se esfuma, el sudor del que me impregnas, los cabellos que respiro y el tiempo que me desconcentras, ese instante donde la magia es una pordiosera ante tus ojos y las sábanas no son más que un adorno entre nuestros cuerpos o el pañuelo más grande que puedas comprar. La poesía es el lugar perfecto para esconder la amargura del vino y atrapar la desesperanza de las lágrimas, un dolor escrito con angustia cuando tiemblan las palabras por temor a salir de mis labios. Es la mirada que refleja la soledad, la piedad al sentirse por primera vez bello, la desgracia de gritarlo a todas voces y la locura de no entenderlo. La poesía es el lugar perfecto para susurrar mis anhelos, desvestir el alma sin sorpresas y recoger mi espacio cuando la espera es eterna. La poesía es… cuando parpadeamos… un instante… un instante que comparto contigo… ahora! cuando sé que respiras conmigo.

La poesía es… el sueño más agotador, el alivio de aquellos momentos en que desespero por sentirme un ser humano. Una excusa para darle tarea a mis manos cuando no tengo tu rostro para recoger aquella última lágrima… El temporal que no cesa de ser otro pretexto para humedecer mi rostro… El espacio que cobija mi alma cuando yace mi piel a la espera de unas gotas de tranquilidad… La suave brisa, La mirada, La palabra, La compañía y La soledad.

Te Pido Perdón Por El Tiempo

Te pido perdón por el tiempo, los buenos y los malos momentos porque cada uno de ellos es motivo para el recuerdo de nuestros rostros, el embriagante aroma de nuestra compañía que calmaba la ansiedad y pintaba bajo el mismo techo de tantas formas distintas la soledad.

Te pido perdón por aquel espacio, el que siempre guardaste para mis manos, cuando la mirada mutua estilaba algo que supe por nombre admiración y creía en el honor de saberse bello para quien te abraza, de saberse tan simplemente útil para quien me hacia sentir pleno.

Te pido perdón por los sueños, que embellecían gratuitamente nuestro presente, imaginación de saber cómo deseamos estar entre nosotros, tantos mundos fueron creados en ese techo mientras ventanas infinitas nos invitaban a escaparnos. Te pido perdón por el dolor, esa angustia que nos despierta y nos dice que estamos vivos y nos grita en pedazos el lugar de aquella herida que habrá que sanar, lágrimas de piel que sollozaron los errores, los destrozos, las iras mientras afuera la imagen intacta mantenía inalterable el curso de lo social.

Te pido perdón por lo que no fue nuestro, tan inútil para vivir pero tanto daño que su ausencia causa, envidia que no era ni sana ni enferma, envidia pura que escondía la mirada por los reflejos que ciegan, pero nos traía a lo nuestro, escaso o tan abundante, pero nuestro.

Te pido perdón por no ser otro, quizá porque no lo deseo y sentía placer, así, siendo terco.

Te pido perdón por que sé que la decisión no ha sido solo tuya, y yo hoy también la he tomado, nuevamente, puedo decir mi decisión. Y seré responsable por lo que siento, por lo que he hecho y he dejado de hacer, y seré responsable por la vida que embellecí, por las alegrías y tristezas que por mi causa vieron luz, y serán mis manos el camino. Por ellas he iniciado la historia que he contado y en ellas terminarán de recorrer estas palabras, cansado ha sido el camino y de tantas formas distintas he intentado escribir solo una cosa, hasta que por fin puedo decirlo.

Te pido perdón porque no sé olvidar.

El Mejor Libro…

El mejor libro que tuve en mis manos del cual aún tengo recuerdo, consistía en algo muy simple: ninguna palabra fue escrita en sus páginas.

Al verlo la alegría fue el primero de todos mis sentimientos que me cubrió. Existía pureza en la intención, algo de sorpresa por el impacto, curiosidad por saber si era verdad, decepción y satisfacción por percatarme que no era un sueño. Fracaso por no ser yo su autor. Envidia por no ser yo el de la idea y admiración, profunda, por haberlo encontrado conservado junto al polvo, cercado de otros libros que si tenían palabras, en el hogar que protegió mi juventud y donde la historia era el valuarte de la conciencia. Ese libro no marco nada en mi vida más que la enorme inmensidad, esa con la que puedes jugar desde niño. Ese libro se llamó Inteligencia Militar.

Cuando El Tiempo Es Mi Primer Enemigo…

Ya ha pasado algo de tiempo desde que escribí algo bello en este "libro". El
tiempo, mi primer enemigo, se ha dado el lujo de hacer de las suyas, es
decir, por más que me corto la barba ésta insiste en crecer; por mucho que
me alimente cada día siempre siento algo de hambre al día siguiente; por más
que duermo cada noche siempre algún bostezo aparece sin disimulo en plena
conversación interesante. Los bellos momentos siguen siendo solo eso, un
instante.

Por más que intento encontrar el paradigma de mis compatriotas que insisten
en mostrar sin necesidad alguna la relatividad del tiempo y del espacio.
Donde un "ratito" se convierte en una espera interminable, donde "allá",
"acá", "ahí" son lugares incontrables. Einstein y Poincaré, con un léxico
más apropiado lo establecieron como "todo es relativo al punto en el
espacio donde se encuentra el observador y al punto de referencia que éste
utiliza como comparación" Pero en mi país, desde Putre hasta Puerto Natales
esa condicionante se transforma en "Todo depende de quien Suiza lo diga".

Yo, aquí, lejos, donde el Bío Bío y el Laja son cada días más hermosos, donde
llueve de tantas formas distintas como partes tiene el cuerpo, donde los
viejos con sombreros son respetados, donde las historias son el tiempo y la
cantina el lugar, es donde digo que me siento acá a usar este ratito para ver si encuentro algo bello que hacer antes de que al FIN el tiempo vuelva a ganar.

Breve Aclaración De…

Nací en las palabras cuando puro era sentir y te bañaba de otro aliento de frescura. Cuando el silencio era mi dominio y la alegría se escribía en las murallas rodeada de cielos y lunas.

Desperté un día, en el que había que decidir, se suponía que no había camino, que sea más largo de mi vida y aún tengo temor de que termine. Desperté llorando, era extraño llorar, un sentimiento algo extraño, inquieto, escurridizo en la forma y creo que ahora, recién, sé ponerle nombre. Siempre lo he escrito, a veces con lágrimas, otras con silencio, pero prende en la soledad.

Mi ingles? Muy malo; Mi consecuencia? Solo a mis sentimientos; Mi respeto? Solo a quien se dejó robar un poco de tiempo; Mi palabra? Melancolía; Mi peor virtud? no saber olvidar; Mi más grande pertenencia? La ceniza de un cigarro prestado; Mi peor error? no haber sido lo que tu esperabas; Mi más grande Dolor? saberse encadenado a un cuerpo en franca retirada; Mi futuro? Otra deuda que tengo con el tiempo.

No Sé Decir Adiós…

Acabamos de hablar, se me renueva una vibración profunda que surge de un remoto rincón del universo y resuena, sacando de su magia los oscuros pensamientos, dejando el corazón desnudo, evitando las máscaras, obligando a mirar sin importar los intereses premeditados, dejando que fluya la esperanza, recuperando la capacidad de amar por amar, encontrando ese vínculo antiguo, de tantos siglos, de tantas vidas, que por alguna razón queda pendiente.

Nuevamente surge la mezcla de amor y tristeza. Descubro en ti los abismos y las llanuras de la vida, del amor y de la muerte. Una intensa energía llena los espacios más allá de mi piel. Ese momento que reclamo, de quietud, de conexión infinita, más allá de un rítmico movimiento, surge aquí a la distancia.

A la mañana siguiente toque tu cuerpo por última vez y no he dejado de llorar, mi rostro me delata.

Permíteme decirlo.

Te amo más de lo que mi cuerpo puede soportar.

A ti
A el
A mi
A nosotros

Hasta El Día De Ayer…

Hasta el día de ayer mis ojos descubrían en algún momento del día o de la noche, en tu rostro una mirada silenciosa, el abrazo fuerte, el golpeteo juguetón o el sabor de tu labios, el vibrar de tu piel, el aroma de tus cabellos o el calor hirviente de ese sudor. En algún momento del día o de la noche éramos cómplices de aquellos instantes. Una breve brisa que dependía de ambos. Pero tu querías verme cuando yo quería; yo deseaba tocarte cuando tu deseabas; yo necesitaba oírte cuando tu me hablabas. Hasta el día de ayer, te buscaba y podía encontrarte en la calle, en la plaza, en alguna oficina o entre las sábanas.

Hasta el día de ayer culpaba, caprichosamente, al viento, la lluvia o al sueño por tu demora. Pero la ansiedad podía sanarse, aquel espacio entre mis brazos era ocupado por tu tiempo y estas margaritas en mis mejillas tenían tu mirada para ser deleitada.

Es curioso, pero hasta el día de ayer no sabía donde te encontrabas, pero siempre llegaba a llenarme con tu mirada. Hoy que sé perfectamente donde te encuentras, soy yo, y solamente yo, quien no puede llegar a ti.

Anoche la casa, el hogar que te prometí, estaba tal cual hoy… vacía. Anoche, tal como hoy, no se llenará con tu tiempo, la ansiedad no era por buscarte, no era por encontrar el lugar perfecto para sentir en mi piel tu nombre. La ansiedad no era por elevar mi amor más allá de mi cuerpo. Anoche, tal como hoy, la ansiedad era por saberme, así como estoy, indeseable, sin piedad, ni siquiera por estas nubes, porque yo sin ti… no soy.